Un millón de libras por Mandy

El Opel-Monza de Kevin Wesley cruzó la verja que rodeaba la magnífica casa de Howard Reynolds, uno de los hombres más ricos no ya de Londres, sino de toda Gran Bretaña. Por ello, la hermosa propiedad del millonario, ubicada a unos veinte kilómetros de la capital londinense, se hallaba permanentemente custodiada. Kevin Wesley tenía veintisiete años, el pelo rubio, y los ojos azulados. Era un tipo alto y atlético, elegante, atractivo, lo que le permitía tener un gran éxito entre las mujeres. Solía conquistarlas con asombrosa facilidad. Y, una vez conquistadas, a la cama. Ninguna se le resistía.